Friday, February 7, 2025

Las Palabras de Jeremias 25

 

Las Palabras de Jeremias 25


 

Así dice El Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel a todas las naciones del mundo:

Bebed, y embriagaos, y vomitad, y caed, y no os levantéis más, a causa de la espada que yo enviaré entre vosotros.

 


 

Jeremías predice setenta años de cautiverio y la destrucción de Babilonia y todas las naciones. Para entonces, ya estaba establecido desde Dan hasta Beersheva que Jeremías es ROD-TREE-JESSE, o un Profeta Verdadero del Dios Viviente. 




Jeremías empieza su profecía diciendo que por veinte y tres años el ha estado hablando y advirtiendo desde muy temprano con la voz de amonestación al pueblo, pero el pueblo no lo ha escuchado. Y no solo a el sino a muchos otros profetas y siervos de Dios como Lehi y Sofonías sus contemporáneos, y a Isaías y amos quienes lo precedieron y tampoco los escucharon.

 


Y por cuanto el pueblo no ha escuchado la voz del Señor por medio de sus siervos los profetas, el invitara a todas las naciones del norte, y también a el Rey de Babilonia, su siervo a destruirlos por completo y ponerlos por escarnio, por oprobio y por burla.   Y no solo eso, sino que también les cortara la luz y les quitara el sonido de gozo y alegría de todas sus fiestas hasta que toda la tierra quede desolada. Y ellos irán a la servidumbre en tierra de quienes los llevarán cautivos.

 


No, obstante, una vez que los setenta anos se hayan cumplido, El Señor castigara al Rey de Babilonia por todas sus iniquidades y abominación y que la tierra de los caldeos quedara en desolación perpetua. Y en los postreros días, les traerá a todas las naciones el Libro en el que jeremías profetizo lo que Dios pronuncio sobre todas las naciones y grandes reinos que se sirvan de nosotros los Israelitas.  

 


Dios les dará de beber a todas las naciones ajenjo, el cáliz de la amargura y del vino de su furor. Y que todas las naciones que peleen contra Dios y su pueblo se tambalearan y lucharan contra si mismas, y quedaran ebrios de su propia sangre cuando por la espada que Dios envía sobre todos ellos.  Y que todas las naciones beberán de la copa que Dios puso en la mano de jeremías aun así se renieguen ellos a beber de ella. Y que los primero en beber de la copa de los juicios de Dios serán los judíos y Jerusalén como ejemplos y preámbulo a todas las demás naciones y que nadie hasta los confines de la tierra; fin, todos los reinos y naciones del mundo, se le escapara.

 


Porque nadie sobre toda la faz de la tierra quedara impune. Y cuando ese grande y terrible día del Señor llegue, los Muertos del Señor serán muchos, desde un extremo de la tierra al otro; y los muertos no serán llorados ni velados. Dios saldrá de su morada oculta, dejará como el león su escondite y con mano fuerte, cacheteará a puñetazos y afligirá a todas las naciones.

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1 Palabra que vino a Jeremías acerca de todo el pueblo de Judá, en el año cuarto de Joacim hijo de Josías, rey de Judá, que era el año primero de Nabucodonosor rey de Babilonia,

2 Lo cual habló el profeta Jeremías a todo el pueblo de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén, diciendo:

3 Desde el año trece de Josías hijo de Amón, rey de Judá, hasta hoy, que es el año veintitrés, ha venido a mí palabra de Jehová, y os he hablado desde temprano y sin cesar, pero no habéis escuchado.

4 Y el Señor os envió desde temprano y sin cesar a todos sus siervos los profetas; pero vosotros no escuchasteis ni inclinasteis vuestro oído para oír.

5 Dijeron: Vuélvase ahora cada uno de su mal camino y de la maldad de sus obras, y habitad en la tierra que El Señor dio a vosotros y a vuestros padres para siempre,

6 Y no vayas en pos de dioses ajenos, para servirles ya postrarte ante ellos, ni me provoques a ira con las obras de vuestras manos, para que yo no os haga mal.

7 Pero vosotros no me habéis escuchado, dice EL Señor, para provocarme a ira con las obras de vuestras manos para vuestro propio mal.

8 Por tanto, así dice el Señor de los ejércitos: Por cuanto no habéis escuchado mis palabras,

9 He aquí, yo enviaré y tomaré a todas las familias del norte, dice El Señor, y a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y los traeré contra esta tierra, y contra sus moradores, y contra todas estas naciones de alrededor; y los destruiré por completo, y los pondré por escarnio, por burla y por desolación perpetua.

10 Además, haré que de entre ellos se acabe la voz de gozo y la voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, el sonido de las piedras de molino y la luz de la lámpara.

11 Y toda esta tierra será una desolación y un espanto; y estas naciones servirán al rey de Babilonia setenta años.

12 Y cuando se cumplan los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, dice Jehová, y a la tierra de los caldeos, y la convertiré en desolación perpetua.

13 Y traeré sobre esa tierra todas mis palabras que he pronunciado contra ella, todo lo que está escrito en este libro en el que Jeremías profetizó contra todas las naciones.

14 Porque muchas naciones y grandes reyes también servirán a ellos; y les pagaré conforme a sus hechos y conforme a la obra de sus manos.

15 Porque así me dice el Señor Dios de Israel: Toma de mi mano la copa del vino de este furor, y haz que beban de ella todas las naciones a las cuales yo te envío.

16 Y beberán, y se agitarán y enloquecerán a causa de la espada que yo enviaré entre ellos.

17 Entonces tomé la copa de la mano del Señor e hice beber a todas las naciones a las cuales el Señor me envió,

18 a saber, a Jerusalén y a las ciudades de Judá, y a sus reyes y a sus príncipes, para convertirlas en desolación, en espanto, en burla y en maldición, como sucede hoy;

19 Faraón, rey de Egipto, y sus siervos, y sus príncipes, y todo su pueblo;

20 Y todo el pueblo mezclado, y todos los reyes de la tierra de Uz, y todos los reyes de la tierra de los filisteos, y Ascalón, y Azá, y Ecrón, y el remanente de Asdod;

21 Edom, Moab y los hijos de Amón;

22 Y todos los reyes de Tiro, y todos los reyes de Sidón, y los reyes de las islas que están más allá del mar;

23 Dedán, Tema, Buz y todos los que están en los confines de la tierra;

24 Y todos los reyes de Arabia y todos los reyes de los pueblos mezclados que habitan en el desierto;

25 Y todos los reyes de Zimri, y todos los reyes de Elam, y todos los reyes de los medos;

26 Y todos los reyes del norte, los de cerca y los de lejos, unos con otros, y todos los reinos del mundo que están sobre la faz de la tierra; y el rey de Sesac beberá después de ellos.

27 Por tanto, les dirás: Así dice El Señor de los Ejércitos de los ejércitos, Dios de Israel: Bebed, y embriagaos, y vomitad, y caed, y no os levantéis más, a causa de la espada que yo enviaré entre vosotros.

28 Y sucederá que si rehúsan tomar la copa de tu mano para beber, entonces les dirás: Así dice el Señor de los ejércitos: De cierto beberéis.

29 Porque he aquí que yo comienzo a traer mal sobre la ciudad que lleva mi nombre. ¿Y vosotros quedaréis totalmente impunes? No quedaréis impunes, porque yo llamaré a la espada contra todos los habitantes de la tierra, dice el Señor de los ejércitos.

30 Por tanto, tú profetiza contra ellos todas estas palabras, y diles: Jehová rugirá desde lo alto, y dará su voz desde su santa morada; rugirá con fuerza sobre su morada; dará voces como quienes pisan las uvas contra todos los moradores de la tierra.

31 Y llegará el estruendo hasta los confines de la tierra, porque El Señor tiene pleito con las naciones; con toda carne litigará; entregará a los impíos a espada, dice El Señor .

32 Así dice el Señor de los ejércitos: He aquí que el mal irá de nación en nación, y un gran torbellino se levantará de los confines de la tierra.

33 Y los muertos de Jehová estarán en aquel día desde un extremo de la tierra hasta el otro; no serán llorados, ni recogidos, ni enterrados; serán estiércol sobre la tierra.

34 Aullad, pastores, y clamad, y revolcaos en las cenizas, oh mayorales del rebaño; porque cumplidos son los días de vuestra matanza y de vuestra dispersión, y caeréis como vaso precioso.

35 Y los pastores no tendrán escapatoria, ni los mayorales del rebaño podrán escapar.

36 Se oirá la voz del clamor de los pastores, y el aullido de los mayorales del rebaño, porque El Señor ha saqueado sus pastos.

37 Y las moradas pacíficas son destruidas a causa del ardor de la ira del Señor.

38 Dejó como león su guarida, porque su tierra está desolada a causa de la fiereza del opresor, y a causa del ardor de su ira.

 

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