Tuesday, February 11, 2025

Las Palabras de Jeremias 26

 Las Palabras de Jeremias 26 



Judá es exhortado a arrepentirse - Jeremías profetiza la destrucción de la iglesia y el templo de Dios si no se arrepeinten.

 

Y Dios le manda a Jeremias como a Samuel el Lamanita a no retetenr ninguna plabra que EL le manda a proclamara Juda y a Jerusalen o a La Iglesia y al la Nacion. 

 

LOS DIEZ MANDAMIENTOS

La ley de Dios y su conventio ya estaban escritas y tambien les fueron dadad por Jeremias en sus escritos pero ya no exiten — Por esto, Jeremías es acusado, detenido, juzgado y posteriormente absuelto.

 

Algunos de los principes interceden por Jermias citando las palabras profeticas de Miqueas y de Urias; pero aun asi, Joacim el rey inicuo de los Judios manda agentes secretos para sequestrar y matar a Jeremias y a quienes lo apoyaron ante el juicio.

1 En el principio del reinado de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra del Señor, diciendo:

2 Así dice el Señor: Ponte en el atrio de la casa del Señor y habla a todas las ciudades de Judá que vienen para adorar en la casa del Señor, todas las palabras que yo te mando que les hables; no retengas ni una palabra.

3  Si ellos escuchan y se vuelven cada uno de su mal camino y se arrepienten, yo apartaré el mal que pienso hacerles a causa de la maldad de sus acciones.

4 Y les dirás: Así dice el Señor: Si no me escucháis para andar en mi ley que puse delante de vosotros,

5 Para escuchar las palabras de mis siervos los profetas que os envié, ordenándoles que se levantaran temprano, y enviándolos,

6 Entonces pondré esta casa como Silo, y haré de esta ciudad una maldición para todas las naciones de la tierra, por cuanto no habéis escuchado a mis siervos los profetas.

7 Entonces los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías hablar estas palabras en la casa del Señor.

8 Y aconteció que cuando Jeremías acabó de hablar todo lo que el Señor le había mandado que hablase a todo el pueblo, los sacerdotes y los profetas y todo el pueblo le prendieron, diciendo: Ciertamente morirás.

9 ¿Por qué profetizaste en el nombre del Señor, diciendo: Esta casa será como Silo, y esta ciudad quedará desolada y sin morador? Y todo el pueblo se juntó contra Jeremías en la casa del Señor.

10 Cuando los príncipes de Judá oyeron estas cosas, subieron de la casa del rey a la casa del Señor y se sentaron a la entrada de la puerta nueva de la casa del Señor.

11 Entonces los sacerdotes y los profetas hablaron a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: Este hombre es digno de muerte, porque profetizó contra esta ciudad, como habéis oído con vuestros oídos.

12 Entonces habló Jeremías a todos los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: Jehová me envió a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad todas las palabras que habéis oído.

13 Ahora pues, mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y escuchad la voz de Jehová vuestro Dios, y arrepentíos, y Jehová apartará el mal que ha hablado contra vosotros.

14 En cuanto a mí, he aquí estoy en vuestras manos; haced de mí como bien os pareciere.

15 Pero sabed de cierto que si me matáis, de cierto echaréis sobre vuestras cabezas, sobre esta ciudad y sobre sus moradores sangre inocente; porque en verdad el Señor me ha enviado a vosotros para deciros todas estas palabras.

16 Entonces los príncipes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: Este hombre no es digno de morir, porque nos ha hablado en nombre del Señor nuestro Dios.

17 Entonces se levantaron algunos de los ancianos de la tierra y hablaron a toda la asamblea del pueblo, diciendo:

18 Miqueas de Moraset profetizó en los días de Ezequías, rey de Judá, y habló a todo el pueblo de Judá, diciendo: Así dice el Señor de los ejércitos: Sión será arada como un campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de ruinas, y el monte de la casa de Jehová como cumbres de bosque.

19 ¿Acaso Ezequías, rey de Judá, y todo Judá lo mataron? ¿No temió él al Señor, ni le suplicó, y se arrepintió? Y el Señor desechó el mal que había pronunciado contra ellos. Así, al matar a Jeremías, podríamos provocar un gran mal contra nuestras almas.

20 Pero un hombre de entre los sacerdotes se levantó y dijo: Urías, hijo de Semaías, de Quiriat-jearim, profetizó en nombre del Señor, y también profetizó contra esta ciudad y contra esta tierra conforme a todas las palabras de Jeremías;

21 Y cuando el rey Joacim, con todos sus valientes y todos los príncipes, oyeron sus palabras, el rey procuró matarlo; pero cuando Urías lo oyó, tuvo miedo, y huyó y se fue a Egipto;

22 Entonces el rey Joacim envió hombres a Egipto: a Elnatán hijo de Acbor, y con él algunos hombres a Egipto.

23 Y sacaron a Urías de Egipto, y lo llevaron ante el rey Joacim, quien lo mató a espada y echó su cadáver en los sepulcros del pueblo.

24 Sin embargo, la mano de Ahicam hijo de Safán estaba con Jeremías, para que no lo entregaran en manos del pueblo para darle muerte.

 

Samuel el Lamanita profetiza la destrucción de los nefitas, a menos que se arrepientan 


 

Comprende los capítulos del 13 al 15.

Capítulo 13

Samuel el Lamanita profetiza la destrucción de los nefitas, a menos que se arrepientan — Ellos y sus riquezas son maldecidos — Rechazan y apedrean a los profetas, los rodean los demonios y buscan la felicidad cometiendo iniquidades. Aproximadamente 6 a.C.

1 Y sucedió que en el año ochenta y seis persistieron los nefitas todavía en sus maldades, sí, en gran iniquidad, mientras que los lamanitas se esforzaron rigurosamente por guardar los mandamientos de Dios, según la ley de Moisés.

2 Y aconteció que en este año un tal Samuel, un lamanita, llegó a la tierra de Zarahemla y empezó a predicar al pueblo. Y ocurrió que por muchos días predicó el arrepentimiento al pueblo, y lo echaron fuera, y se hallaba a punto de regresar a su propia tierra.

3 Mas he aquí, vino a él la voz del Señor de que volviera otra vez y profetizara al pueblo todas las cosas que le vinieran al corazón.

4 Y aconteció que no permitieron que él entrase en la ciudad; por tanto, fue y se subió sobre la muralla, y extendió la mano y clamó en alta voz, y profetizó al pueblo todas las cosas que el Señor le puso en el corazón.

5 Y les dijo: He aquí, yo, Samuel, un lamanita, declaro las palabras del Señor que él pone en mi corazón; y he aquí, él me ha puesto en el corazón que diga a los de este pueblo que la espada de la justicia se cierne sobre ellos; y no pasarán cuatrocientos años sin que caiga sobre ellos la espada de la justicia.

6 Sí, una grave destrucción espera a los de este pueblo, y ciertamente les sobrevendrá, y nada puede salvar a los de este pueblo sino el arrepentimiento y la fe en el Señor Jesucristo, que de seguro vendrá al mundo, y padecerá muchas cosas y morirá por su pueblo.

7 Y he aquí, un ángel del Señor me lo ha declarado, y él impartió alegres nuevas a mi alma. Y he aquí, fui enviado a vosotros para declarároslo también, a fin de que recibieseis buenas nuevas; pero he aquí, no quisisteis recibirme.

8 Por tanto, así dice el Señor: Debido a la dureza del corazón del pueblo de los nefitas, a menos que se arrepientan, les quitaré mi palabra, y les retiraré mi Espíritu, y no los toleraré más, y volveré el corazón de sus hermanos en contra de ellos.

9 Y no pasarán cuatrocientos años sin que yo haga que sean heridos; sí, los visitaré con la espada, y con hambre, y con pestilencia.

10 Sí, los visitaré en mi ardiente ira, y habrá algunos de la cuarta generación, de vuestros enemigos, que vivirán para presenciar vuestra completa destrucción; y esto de seguro sucederá, a menos que os arrepintáis, dice el Señor; y los de la cuarta generación causarán vuestra destrucción.

11 Pero si os arrepentís y os volvéis al Señor vuestro Dios, yo desviaré mi ira, dice el Señor; sí, así dice el Señor: Benditos son los que se arrepienten y se vuelven a mí; pero, ¡ay del que no se arrepienta!

12 Sí, ¡ay de esta gran ciudad de Zarahemla, porque he aquí, es por causa de los que son justos que se ha salvado! Sí, ¡ay de esta gran ciudad, porque yo percibo, dice el Señor, que hay muchos, sí, la mayor parte de los de esta gran ciudad, que endurecerán su corazón contra mí, dice el Señor!

13 Pero benditos son los que se arrepientan, porque a ellos los salvaré. Pues he aquí, si no fuera por los justos que hay en esta gran ciudad, he aquí, yo haría que descendiera fuego del cielo y la destruyera.

14 Mas he aquí, es por el bien de los justos que es perdonada. Pero he aquí, viene el tiempo, dice el Señor, que cuando echéis a los justos de entre vosotros, entonces os hallaréis maduros para la destrucción. Sí, ¡ay de esta gran ciudad por motivo de la iniquidad y abominaciones que hay en ella!

15 Sí, y, ¡ay de la ciudad de Gedeón, por la iniquidad y abominaciones que hay en ella!

16 Sí, ¡ay de todas las ciudades que se hallan en la tierra circunvecina, que están en posesión de los nefitas, por causa de la iniquidad y abominaciones que hay en ellas!

17 Y he aquí, vendrá una maldición sobre la tierra, dice el Señor de los Ejércitos, por causa del pueblo que se halla sobre la tierra; sí, por motivo de sus iniquidades y sus abominaciones.

18 Y acontecerá, dice el Señor de los Ejércitos, sí, nuestro grande y verdadero Dios, que quienes oculten sus tesoros en la tierra no los encontrarán más, por causa de la gran maldición de la tierra, a menos que sea un hombre justo y los esconda para los fines del Señor.

19 Porque yo dispongo, dice el Señor, que escondan sus tesoros para mis fines; y malditos sean aquellos que no los escondan para mis propósitos; porque nadie esconde sus tesoros para mí, a menos que sean los justos; y aquel que no oculte su tesoro para mí, maldito es, y también el tesoro; y nadie lo redimirá a causa de la maldición de la tierra.

20 Y llegará el día en que ocultarán sus tesoros, porque han puesto sus corazones en las riquezas; y porque tienen puesto el corazón en sus riquezas, y ocultarán sus tesoros cuando huyan de sus enemigos; y porque no los ocultarán para mis fines, malditos serán ellos y también sus tesoros; y en aquel día serán heridos, dice el Señor.

21 He aquí, vosotros, los habitantes de esta gran ciudad, escuchad mis palabras; sí, escuchad las palabras que el Señor habla; porque he aquí, él dice que sois malditos por motivo de vuestras riquezas, y vuestras riquezas son malditas también, porque habéis puesto vuestro corazón en ellas, y no habéis escuchado las palabras de aquel que os las dio.

22 No os acordáis del Señor vuestro Dios en las cosas con que os ha bendecido, mas siempre recordáis vuestras riquezas, no para dar gracias al Señor vuestro Dios por ellas; sí, vuestros corazones no se allegan al Señor, sino que se hinchan con desmedido orgullo hasta la jactancia, y la mucha vanidad, envidias, riñas, malicia, persecuciones, asesinatos, y toda clase de iniquidades.

23 Por esta razón el Señor Dios ha hecho venir una maldición sobre esta tierra, y también sobre vuestras riquezas, y esto por motivo de vuestras iniquidades.

24 Sí, ¡ay de este pueblo, a causa de este tiempo que ha llegado en que echáis fuera a los profetas, y os burláis de ellos, y les arrojáis piedras, y los matáis, y les hacéis toda suerte de iniquidades, así como lo hacían los de la antigüedad!

25 Y ahora bien, cuando habláis, decís: Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres de la antigüedad, no habríamos muerto a los profetas; no los hubiéramos apedreado ni echado fuera.

26 He aquí, sois peores que ellos; porque así como vive el Señor, si viene un profeta entre vosotros y os declara la palabra del Señor, la cual testifica de vuestros pecados e iniquidades, os irritáis con él, y lo echáis fuera y buscáis toda clase de maneras para destruirlo; sí, decís que es un profeta falso, que es un pecador y que es del diablo, porque testifica que vuestras obras son malas.

27 Mas he aquí, si un hombre llegare entre vosotros y dijere: Haced esto, y no hay mal; haced aquello, y no padeceréis; sí, dirá: Andad según el orgullo de vuestros propios corazones; sí, id en pos del orgullo de vuestros ojos, y haced cuanto vuestro corazón desee; y si un hombre viniere entre vosotros y dijere esto, lo recibiréis y diréis que es profeta.

28 Sí, lo engrandeceréis y le daréis de vuestros bienes; le daréis de vuestro oro y de vuestra plata, y lo cubriréis con vestidos suntuosos; y porque os habla palabras lisonjeras y dice que todo está bien, no halláis falta alguna en él.

29 ¡Oh generación inicua y perversa; pueblo empedernido y duro de cerviz! ¿Cuánto tiempo suponéis que el Señor os va a tolerar? Sí, ¿hasta cuándo os dejaréis llevar por guías insensatos y ciegos? Sí, ¿hasta cuándo preferiréis las tinieblas a la luz?

30 Sí, he aquí, la ira del Señor ya está encendida contra vosotros; he aquí, él ha maldecido la tierra por motivo de vuestra iniquidad.

31 Y he aquí, se acerca la hora en que maldecirá vuestras riquezas, de modo que se volverán deleznables, al grado que no las podréis conservar; y en los días de vuestra pobreza no las podréis retener.

32 Y en los días de vuestra pobreza, clamaréis al Señor; y clamaréis en vano, porque vuestra desolación ya está sobre vosotros, y vuestra destrucción está asegurada; y entonces lloraréis y gemiréis en ese día, dice el Señor de los Ejércitos; y entonces os lamentaréis y diréis:

33 ¡Oh, si me hubiese arrepentido, y no hubiese muerto a los profetas, ni los hubiese apedreado ni echado fuera! Sí, en ese día diréis: ¡Oh, si nos hubiésemos acordado del Señor nuestro Dios el día en que nos dio nuestras riquezas, y entonces no se habrían vuelto deleznables para que las perdiéramos; porque he aquí, nuestras riquezas han huido de nosotros!

34 ¡He aquí, dejamos aquí una herramienta, y para la mañana ya no está; y he aquí, se nos despoja de nuestras espadas el día en que las hemos buscado para la batalla!

35 Sí, hemos escondido nuestros tesoros, y se nos han escurrido por causa de la maldición de la tierra.

36 ¡Oh, si nos hubiésemos arrepentido el día en que vino a nosotros la palabra del Señor! Porque he aquí, la tierra está maldita, y todas las cosas se han vuelto deleznables, y no podemos retenerlas.

37 He aquí, nos rodean los demonios; sí, cercados estamos por los ángeles de aquel que ha tratado de destruir nuestras almas. He aquí, grandes son nuestras iniquidades. ¡Oh Señor!, ¿no puedes apartar tu ira de nosotros? Y estas serán vuestras palabras en aquellos días.

38 Mas he aquí, vuestros días de probación ya pasaron; habéis demorado el día de vuestra salvación hasta que es eternamente tarde ya, y vuestra destrucción está asegurada; sí, porque todos los días de vuestra vida habéis procurado aquello que no podíais obtener, y habéis buscado la felicidad cometiendo iniquidades, lo cual es contrario a la naturaleza de esa justicia que existe en nuestro gran y Eterno Caudillo.

39 ¡Oh habitantes del país, oh, si escuchaseis mis palabras! Y ruego que se aparte de vosotros la ira del Señor, y que os arrepintáis y seáis salvos.

Helamán 13

Libro de Mormón

Escrituras

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Capítulo 14

Samuel predice que habrá luz durante la noche y que aparecerá una estrella nueva cuando nazca Cristo — Cristo redime al género humano de la muerte temporal y de la espiritual — Entre las señales de Su muerte, habrá tres días de tinieblas, se partirán las rocas y habrá grandes cataclismos. Aproximadamente 6 a.C.

1 Y aconteció que Samuel el Lamanita profetizó muchísimas otras cosas que no pueden escribirse.

2 Y les dijo: He aquí, os doy una señal; porque han de pasar cinco años más y, he aquí, entonces viene el Hijo de Dios para redimir a todos los que crean en su nombre.

3 Y he aquí, esto os daré por señal al tiempo de su venida: porque he aquí, habrá grandes luces en el cielo, de modo que no habrá obscuridad en la noche anterior a su venida, al grado de que a los hombres les parecerá que es de día.

4 Por tanto, habrá un día y una noche y un día, como si fuera un solo día y no hubiera noche; y esto os será por señal; porque os percataréis de la salida del sol y también de su puesta; por tanto, sabrán de seguro que habrá dos días y una noche; sin embargo, no se obscurecerá la noche; y será la noche antes que él nazca.

5 Y he aquí, aparecerá una estrella nueva, tal como nunca habéis visto; y esto también os será por señal.

6 Y he aquí, esto no es todo, habrá muchas señales y prodigios en el cielo.

7 Y acontecerá que os llenaréis de asombro y admiración, a tal grado que caeréis al suelo.

8 Y sucederá que el que creyere en el Hijo de Dios, tendrá vida sempiterna.

9 Y he aquí, así me ha mandado el Señor, por medio de su ángel, que viniera y os dijera esto; sí, me ha mandado que os profetizara estas cosas; sí, me ha dicho: Clama a este pueblo: Arrepentíos, y preparad la vía del Señor.

10 Y ahora bien, porque soy lamanita, y os he hablado las palabras que el Señor me ha mandado, y porque fue duro para vosotros, os enojáis conmigo, y tratáis de destruirme, y me habéis echado de entre vosotros.

11 Y oiréis mis palabras, pues para este propósito me he subido a las murallas de esta ciudad, a fin de que oigáis y sepáis de los juicios de Dios que os esperan por causa de vuestras iniquidades, y también para que conozcáis las condiciones del arrepentimiento;

12 y también para que sepáis de la venida de Jesucristo, el Hijo de Dios, el Padre del cielo y de la tierra, el Creador de todas las cosas desde el principio; y para que sepáis acerca de las señales de su venida, con objeto de que creáis en su nombre.

13 Y si creéis en su nombre, os arrepentiréis de todos vuestros pecados, para que de ese modo logréis una remisión de ellos por medio de los méritos de él.

14 Y he aquí, os doy, además, otra señal, sí, una señal de su muerte.

15 Pues he aquí, de cierto tiene que morir para que venga la salvación; sí, a él le corresponde y se hace necesario que muera para efectuar la resurrección de los muertos, a fin de que por este medio los hombres sean llevados a la presencia del Señor.

16 Sí, he aquí, esta muerte lleva a efecto la resurrección, y redime a todo el género humano de la primera muerte, esa muerte espiritual; porque, hallándose separados de la presencia del Señor por la caída de Adán, todos los hombres son considerados como si estuvieran muertos, tanto en lo que respecta a cosas temporales como a cosas espirituales.

17 Pero he aquí, la resurrección de Cristo redime al género humano, sí, a toda la humanidad, y la trae de vuelta a la presencia del Señor.

18 Sí, y lleva a efecto la condición del arrepentimiento, que aquel que se arrepienta no será talado y arrojado al fuego; pero el que no se arrepienta será talado y echado en el fuego; y viene otra vez sobre ellos una muerte espiritual; sí, una segunda muerte, porque quedan nuevamente separados de las cosas que conciernen a la justicia.

19 Por tanto, arrepentíos, arrepentíos, no sea que por saber estas cosas, y por no cumplirlas, os dejéis caer bajo condenación, y seáis arrastrados a esta segunda muerte.

20 Mas he aquí, como os dije concerniente a otra señal, una señal de su muerte, he aquí, el día en que padezca la muerte, se obscurecerá el sol, y rehusará daros su luz; y también la luna y las estrellas; y no habrá luz sobre la superficie de esta tierra durante tres días, sí, desde la hora en que sufra la muerte, hasta el momento en que resucite de entre los muertos.

21 Sí, en el momento en que entregue el espíritu, habrá truenos y relámpagos por el espacio de muchas horas, y la tierra se conmoverá y temblará; y las rocas que están sobre la faz de la tierra, que se hallan tanto sobre la tierra como por debajo, y que hoy sabéis que son macizas, o que la mayor parte son una masa sólida, se harán pedazos;

22 sí, se partirán por la mitad, y para siempre jamás después se hallarán con grietas y hendiduras, y en fragmentos sobre la superficie de toda la tierra, sí, tanto encima de la tierra como por debajo.

23 Y he aquí, habrá grandes tempestades; y habrá muchas montañas que serán hechas llanas, a semejanza de un valle, y habrá muchos parajes que ahora se llaman valles, que se convertirán en montañas de una altura inmensa.

24 Y muchas calzadas se harán pedazos, y muchas ciudades quedarán desoladas.

25 Y se abrirán muchos sepulcros, y entregarán a un gran número de sus muertos; y muchos santos se aparecerán a muchos.

26 Y he aquí, así me ha hablado el ángel; porque me dijo que habría truenos y relámpagos por el espacio de muchas horas.

27 Y me dijo que mientras durasen los truenos y relámpagos y la tempestad, se verificarían estas cosas; y que tinieblas cubrirían la faz de toda la tierra por el espacio de tres días.

28 Y me dijo el ángel que muchos verán mayores cosas que estas, con el fin de que crean que estas señales y prodigios se habrían de verificar por toda la superficie de esta tierra, con objeto de que no haya más motivo para la incredulidad entre los hijos de los hombres,

29 y esto con objeto de que aquellos que crean sean salvos, y sobre los que no crean descienda un justo juicio; y también, si son condenados, traen sobre sí su propia condenación.

30 Así pues, recordad, recordad, mis hermanos, que el que perece, perece por causa de sí mismo; y quien comete iniquidad, lo hace contra sí mismo; pues he aquí, sois libres; se os permite obrar por vosotros mismos; pues he aquí, Dios os ha dado el conocimiento y os ha hecho libres.

31 Él os ha concedido que discernáis el bien del mal, y os ha concedido que escojáis la vida o la muerte; y podéis hacer lo bueno, y ser restaurados a lo que es bueno, es decir, que os sea restituido lo que es bueno; o podéis hacer lo malo, y hacer que lo que es malo os sea restituido.

Helamán 14

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Capítulo 15

El Señor disciplinó a los nefitas porque los amaba — Los lamanitas convertidos son firmes e inmutables en la fe — El Señor será misericordioso con los lamanitas en los días postreros. Aproximadamente 6 a.C.

1 Y ahora bien, amados hermanos míos, he aquí, os declaro que a menos que os arrepintáis, vuestras casas os quedarán desiertas.

2 Sí, a menos que os arrepintáis, vuestras mujeres tendrán sobrado motivo para lamentarse el día en que estén criando; porque intentaréis escapar, y no habrá lugar de refugio; sí, ¡ay de las que estén encintas, porque con el peso no podrán huir; por tanto, serán atropelladas y abandonadas para perecer!

3 Sí, ¡ay de los de este pueblo llamado el pueblo de Nefi, a menos que se arrepientan cuando vean todas estas señales y prodigios que les serán manifestados! Pues he aquí, han sido un pueblo escogido del Señor; sí, él ha amado a los del pueblo de Nefi, y los ha disciplinado también; sí, los ha disciplinado en los días de sus iniquidades, porque los ama.

4 Mas he aquí, hermanos míos, ha aborrecido a los lamanitas porque sus obras han sido continuamente malas, y esto por motivo de la iniquidad de la tradición de sus padres. Mas he aquí, les ha llegado la salvación por medio de la predicación de los nefitas; y para este fin el Señor ha prolongado sus días.

5 Y quisiera que os fijaseis en que la mayor parte de ellos se hallan en la senda de su deber, y andan con circunspección delante de Dios, y se esfuerzan por guardar sus mandamientos y sus estatutos y sus juicios, de acuerdo con la ley de Moisés.

6 Sí, os digo que la mayor parte de ellos están haciendo esto, y con infatigable diligencia se están esforzando por traer al resto de sus hermanos al conocimiento de la verdad; por tanto, son muchos los que se unen a su número diariamente.

7 Y he aquí, sabéis por vosotros mismos, porque lo habéis presenciado, que cuantos de ellos llegan al conocimiento de la verdad, y a saber de las inicuas y abominables tradiciones de sus padres, y son conducidos a creer las Santas Escrituras, sí, las profecías escritas de los santos profetas, que los llevan a la fe en el Señor y al arrepentimiento, esa fe y arrepentimiento que efectúan un cambio de corazón en ellos;

8 por lo tanto, cuantos han llegado a este punto, sabéis por vosotros mismos que son firmes e inmutables en la fe, y en aquello con lo que se les ha hecho libres.

9 Y también sabéis que han enterrado sus armas de guerra, y temen empuñarlas, no sea que de alguna manera ellos pequen; sí, veis que tienen miedo de pecar, pues he aquí, se dejan hollar y matar por sus enemigos, y no alzan la espada en contra de ellos; y esto a causa de su fe en Cristo.

10 Y por motivo de su firmeza, cuando llegan a creer en aquello que creen, por causa, pues, de su firmeza, una vez que son iluminados, he aquí, el Señor los bendecirá y prolongará sus días a pesar de su iniquidad.

11 Sí, aunque degeneraren en la incredulidad, el Señor prolongará sus días hasta que llegue el tiempo del cual han hablado nuestros padres, y también el profeta Zenós y muchos otros profetas, concerniente a la restauración de nuestros hermanos, los lamanitas, nuevamente al conocimiento de la verdad.

12 Sí, os digo que en los postreros tiempos se han extendido las promesas del Señor a nuestros hermanos los lamanitas; y a pesar de las muchas aflicciones que experimentarán, y no obstante que serán echados de un lado al otro sobre la superficie de la tierra, y serán perseguidos y heridos y dispersados, sin tener lugar donde refugiarse, el Señor será misericordioso con ellos.

13 Y esto de acuerdo con la profecía de que serán traídos otra vez al conocimiento verdadero, que es el conocimiento de su Redentor y de su gran y verdadero pastor, y serán contados entre sus ovejas.

14 Por tanto, os digo que será mejor para ellos que para vosotros, a menos que os arrepintáis.

15 Porque he aquí, si a ellos les hubiesen sido mostradas las poderosas obras que os han sido manifestadas a vosotros, sí, a estos que han degenerado en la incredulidad por motivo de las tradiciones de sus padres, podéis ver por vosotros mismos que jamás habrían vuelto a degenerar en la incredulidad.

16 Por tanto, dice el Señor: No los destruiré completamente, sino que haré que en el día de mi prudencia se vuelvan a mí de nuevo, dice el Señor.

17 Y he aquí, ahora dice el Señor concerniente al pueblo de los nefitas: Si no se arrepienten y se esfuerzan por cumplir mi voluntad, los destruiré completamente por su incredulidad, dice el Señor, no obstante las muchas poderosas obras que yo he realizado entre ellos; y así como vive el Señor, acontecerán estas cosas, dice el Señor.

Helamán 15

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