Las Palabras de Jeremias 30
Profecía de Jeremías sobre el destino de todas las naciones en los últimos días. Se vaticina el regreso de los judíos - Dios quebrantará el yugo de sus opresores y los castigará.
En los últimos días, cambia el balance de poder; Judá e Israel serán congregados en sus propias tierras — David, su rey peleara sus batallas y vencerá. El Santo de Israel, reinará sobre ellos en justicia y prosperará y nadie los molestará.
1 La palabra que vino a Jeremías de parte del Señor, diciendo:
2 Así habla el Señor Dios de Israel, diciendo: Escribe en un libro todas las palabras que te he hablado.
3 Porque he aquí vienen días, dice Jehová, en que haré volver los cautivos de mi pueblo Israel y Judá, dice El Señor, y los haré volver a la tierra que di a sus padres, y la tomarán en posesión.
4 Estas son las palabras que habló el Señor acerca de Israel y de Judá.
5 Porque así dice el Señor: Hemos oído una voz de temblor, de temor, y no de paz.
6 Preguntad ahora, y ved si el hombre está de parto. ¿Por qué veo a todo hombre con las manos sobre sus lomos, como mujer de parto, y todos los rostros están pálidos?
7 ¡Ay! Porque grande es aquel día, tanto que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob, pero de ella será librado.
8 Porque acontecerá en aquel día, dice El Señor de los ejércitos, que quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y a extraños no volverán a servirles;
9 Sino que servirán al Señor su Dios, y a David su rey, a quien yo les levantaré.
10 Por tanto, tú no temas, siervo mío Jacob, dice El Señor, ni desmayes, Israel; porque he aquí yo te salvo de lejos a ti, y a tu descendencia de la tierra de su cautiverio; y Jacob volverá, y descansará y estará tranquilo, y no habrá quien lo espante.
11 Porque yo estoy contigo, dice el Señor, para salvarte; aunque destruiré todas las naciones entre las cuales te esparcí, a ti no te destruiré del todo, sino que te corregiré con justicia, y no te dejaré del todo sin azote.
12 Porque así dice el Señor: Tu quebrantamiento no es incurable, aunque dolorosas son tus heridas.
13 ¿No hay quien defienda tu causa para que puedas ser curado? ¿No tienes medicinas curativas?
14 ¿Se han olvidado de ti todos tus amantes? ¿No te buscan? Porque yo te he herido con herida de enemigo, con castigo de hombre cruel, por la multitud de tus iniquidades, porque se han multiplicado tus pecados.
15 ¿Por qué clamas a causa de tu aflicción? ¿Es incurable tu dolor? Por la multitud de tus iniquidades y porque tus pecados se han multiplicado, te he hecho estas cosas.
16 Pero todos los que te devoran serán devorados, y todos tus adversarios, todos ellos irán en cautiverio; y los que te saquean serán despojados, y a todos los que te saquean los entregaré por botín.
17 Porque yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová; porque desechada te llamaban, diciendo: Esta es Sión, de la cual nadie busca.
18 Así dice el Señor: He aquí que yo haré volver los cautivos de las tiendas de Jacob, y tendré misericordia de sus moradas; y la ciudad será edificada sobre su propio montón, y el palacio quedará conforme a su forma.
19 Y de ellos saldrá acción de gracias, y voz de gente que está en regocijo; y los multiplicaré, y no serán disminuidos; también los glorificaré, y no serán disminuidos.
20 Sus hijos también serán como antes, y su congregación será establecida delante de mí; y castigaré a todos los que los oprimen.
21 Y sus nobles serán de entre ellos, y su príncipe procederá de en medio de ellos; y yo le haré acercarse, y se acercará a mí. ¿Quién es éste que ha dispuesto su corazón para acercarse a mí? dice el Señor.
22 Y vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.
23 He aquí que el torbellino de Jehová sale con furor, torbellino continuo; caerá con dolor sobre la cabeza de los impíos.
24 No se apartará del ardor de la ira del Señor hasta que haya hecho todo lo que había prometido y cumplido los designios de su corazón; en los postreros días lo entenderéis.
3 Nefi Capítulo 25
En la Segunda Venida, los soberbios y los inicuos serán quemados como rastrojo — Elías el Profeta volverá antes de ese día grande y terrible — Compárese con Malaquías 4. Aproximadamente 34 d.C.
1 Porque he aquí, viene el día que arderá como un horno; y todos los soberbios, sí, y todos los que obran inicuamente serán rastrojo; y aquel día que viene los abrasará, dice el Señor de los Ejércitos, de modo que no les dejará ni raíz ni rama.
2 Pero para vosotros que teméis mi nombre, surgirá el Hijo de Justicia, con sanidad en sus alas; y saldréis, y os criaréis como terneros en el establo.
3 Y hollaréis a los malvados; porque serán como cenizas bajo las plantas de vuestros pies el día en que yo haga esto, dice el Señor de los Ejércitos.
4 Recordad la ley de Moisés, mi siervo, la cual le decreté en Horeb para todo Israel, con los estatutos y juicios.
5 He aquí, yo os enviaré a Elías el Profeta antes que venga el día grande y terrible del Señor;
6 y él volverá el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a sus padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con una maldición.
Libro de Mormón
Escrituras
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Doctrina y Convenios
Sección 64
Revelación dada por medio de José Smith el Profeta a los élderes de la Iglesia en Kirtland, Ohio, el 11 de septiembre de 1831. El Profeta se estaba preparando para trasladarse a Hiram, Ohio, para reanudar su trabajo de la traducción de la Biblia, que se había dejado de lado mientras estuvo en Misuri. Un grupo de hermanos, a quienes se les había mandado viajar a Sion (Misuri), se hallaban diligentemente ocupados haciendo los preparativos para salir en octubre. En esa época de tanta actividad, se recibió esta revelación.
1–11, Se manda a los santos que se perdonen unos a otros, no sea que permanezca en ellos el mayor pecado; 12–22, Los que no se arrepientan han de comparecer ante la Iglesia; 23–25, El que es diezmado no será quemado a la venida del Señor; 26–32, Se amonesta a los santos a evitar las deudas; 33–36, Los rebeldes serán desterrados de Sion; 37–40, La Iglesia juzgará a las naciones; 41–43, Sion florecerá.
...23 He aquí, el tiempo presente es llamado hoy hasta la venida del Hijo del Hombre; y en verdad, es un día de sacrificio y de requerir el diezmo de mi pueblo, porque el que es diezmado no será quemado en su venida.
24 Porque después del día de hoy viene la quema —esto es, hablando según la manera del Señor— porque de cierto os digo, mañana todos los soberbios y los que hacen maldad serán como rastrojo; y yo los quemaré, porque soy el Señor de los Ejércitos; y no perdonaré a ninguno que se quede en Babilonia.
25 Por tanto, si me creéis, trabajaréis mientras dure lo que es llamado hoy.
26 No conviene que mis siervos, Newel K. Whitney y Sidney Gilbert, vendan su tienda y bienes que tienen aquí; porque no es prudente, sino hasta que suba a la tierra de Sion el resto de los miembros de la iglesia que quedan en este lugar.
27 He aquí, en mis leyes está dicho, o sea, prohibido, contraer deudas con vuestros enemigos;
28 mas he aquí, en ningún tiempo se ha dicho que el Señor no ha de tomar cuando él quiera, y pagar como bien le parezca.
29 De modo que, siendo vosotros agentes, estáis en la obra del Señor; y lo que hagáis conforme a su voluntad es asunto del Señor.
30 Y él os ha puesto para abastecer a sus santos en estos últimos días, a fin de que obtengan una heredad en la tierra de Sion.
31 Y he aquí, que yo, el Señor —y mis palabras son ciertas y no fallarán— os declaro que la obtendrán.
32 Mas todas las cosas tienen que acontecer en su hora.
33 Por tanto, no os canséis de hacer lo bueno, porque estáis poniendo los cimientos de una gran obra. Y de las cosas pequeñas proceden las grandes.
34 He aquí, el Señor requiere el corazón y una mente bien dispuesta; y los de buena voluntad y los obedientes comerán de la abundancia de la tierra de Sion en estos postreros días.
35 Y los rebeldes serán desterrados de la tierra de Sion, y serán expulsados y no heredarán la tierra.
36 Porque, de cierto os digo, los rebeldes no son de la sangre de Efraín; por consiguiente, serán desarraigados.
37 He aquí, en estos postreros días, yo, el Señor, he hecho a mi iglesia semejante a un juez que se sienta en un monte, o sea, en un lugar alto, para juzgar a las naciones.
38 Pues sucederá que los habitantes de Sion juzgarán todas las cosas pertenecientes a Sion.
39 Y probarán a los mentirosos y a los hipócritas, y los que no fueren apóstoles y profetas serán descubiertos.
40 Y aun el obispo, que es juez, y sus consejeros serán condenados, si no son fieles en sus mayordomías; y otros serán instalados en su lugar.
41 Porque, he aquí, os digo que Sion florecerá, y la gloria del Señor descansará sobre ella;
42 y será por estandarte al pueblo, y vendrán a ella de toda nación debajo de los cielos.
43 Y llegará el día en que las naciones de la tierra temblarán a causa de ella, y temerán por motivo de sus poderosos. El Señor lo ha proferido. Amén.
Doctrina y Convenios
Escrituras
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